miércoles, 18 de mayo de 2011

Me di cuenta que debía empezar cuanto antes...

Bip, bip, bip, bip, bip, bip, bip, bip, bip, pi, pi piiiii, ¡clac!


06:30. Un despertador gris sufre el primer golpe del día. ¿Va a ser un relato de golpes? Si es así, no sigo. Para qué. Con tanta crisis, no vamos a regocijarnos en la nuestra. No, no es un buen inicio.

No sabes como has llegado hasta el espejo. Momento de intimidad, uno de los pocos lugares donde, encerrado, te encuentras contigo. Nadie te ve. Puedes hacer lo que quieras con tus brazos, con tu barriga, con tu cara. Es un momento de libre expresión. Por un instante piensas que cada vez que quieres liberarte, bastaría con esconderte en el baño, con el pestillo echado. Pero no es igual. Es la primera vez. Después de despertar, si es que recuerdas que hayas dormido. ¿Habré descansado? Tumbado, sí. He estado tumbado, pero ¿he llegado a perder la consciencia? ¿Qué recuerdo de la noche? cuando, agotado y somnoliento, cansado y dolorido me acosté. En ese instante empiezas a hilar con el día anterior, para poder continuar. Sí, es un nuevo día, pero porque lo marca un reloj.
 
Desgranas la agenda mental. Lo primero, lo primero. ¿De cuánto tiempo dispongo para mi aseo personal? ¿Son diez, quince, veinte minutos? Siempre contra-reloj. No hay manera. Vuelves a calcular por enésima vez el tiempo que tardas en llegar al cometido que te corresponde para este día. Hoy tengo que estar a las 08:00 en el puerto para salir a navegar con los científicos.Barco arrancado y listo para salir. Tardo 45 minutos en llegar; si salgo a y cuarto llegaré muy justo y no tendré tiempo para comprobarlo todo. No. Mejor salir a las siete, así tendré margen de maniobra. Sigues con el cuerpo dolorido.
Cuanta razón tenía aquel que dijo: “a partir de los cuarenta, al levantarte, si no te duele nada o no tienes cuarenta o estas muerto”.

Porqué el suelo está tan duro? Solemne tontería. Solo en íntimos comentarios ya has perdido cinco minutos de oro. Sabes que lo conseguirás, pero te gusta revolver y revolver en tus quejas y lamentos matinales. Sales del baño y el aire a cambiado, ya no te sientes la misma persona que entró ¿hace cuánto? ¿Quince minutos quizás? Has perdido el horario. Ahora todo son prisas. Como de costumbre la has vuelto a fastidiar. Ya se ha hecho tarde antes de salir. Y todavía sigues en pijama. ¿Qué haces? no escarmientas. Ni se te ocurre pensar que mañana te va a suceder lo mismo; todo es distinto parece que ayer no existió y que mañana ya veremos. Es muy temprano para ocuparte de existencialismos absurdos que lo único que conseguirán es hacerte perder más tiempo. Sigue, sigue, no te pares, el tiempo corre en contra. El tiempo, no. Las malditas agujas del reloj, que parecen ir más rápidas de lo normal. Y sigues en pijama. No lo puedo creer.
Supuestamente recompuesto sales de casa.
Un gato gris. No maúlla, gime y ronronea y se enreda entre las piernas. Habla, dice cosas ininteligibles, pero las dice. No ha dormido, está muy despierto. Tiene el horario cambiado. No, es su horario; de noche activo y de día dormido y no tiene prisa ni reloj. Pequeño, pero muy pequeño momento de envidia. Se estará riendo de mí, me pregunto. No lo creo. No tiene sentimientos, pero siente, pero no es humano, es animal, ¿y yo? ¿Qué? no se. Tengo que preguntármelo más tarde.

El coche ¿dónde está? Es un coche gris. Miras hacia arriba, miras hacia abajo. ¿Dónde lo dejé ayer? Sigues hilando con el día anterior. Es continuación del mismo del que fue ayer. Pero piensas: son cincuenta kilómetros, que no los hice ayer. Se acerca el fin de semana, más que ayer. En fin, otro pensamiento más. Ni se me ocurre a estas horas hurgar en la mente. Faltaría más, con tantos kilómetros por delante. Solo, pensar en gasolina, seguridad, velocidad y control de la carretera. Son las 07:15 y voy muy justo; me queda depósito para llegar y justo para volver.

El día pinta bien, no se prevé mal tiempo en la carretera, luego, puedo ir justo de gasolina y no perder más tiempo en la estación de servicio.

Varias ideas deslavazadas por el camino, sobre todo y sobre nada. Algo de trabajo. Quién embarcará, qué querrán hacer. ¿Solo fotografías de delfines o también toma de muestras y otros informes? Podríamos dar alguna vela, y parar el motor. Es una delicia.
 

Habrá algún especialista en cetáceos o biólogos en general; jovencitos sin especializar que buscan una oportunidad, un arranque en su carrera. Horror, se mareará alguno, me dejan el barco perdido y claro a la vuelta son los primeros en desembarcar y no se ocupan de limpiar lo que han manchado. Ya que estoy, la mar no pinta muy bien; el solecito es atractivo pero ayer sopló levante todo el día y en el Estrecho hay previsión de temporal. Algo nos moveremos. Imagino que los organizadores les habrán dado alguna recomendación para antes y durante la navegación. No será muy larga, pues hay que estar en puerto antes de la hora de comer. ¿Qué hora, la del reloj? ¡Si no se cumple nunca! Sabes cuando sales pero no cuando llegas. Así es la mar. No. Así somos nosotros, que nos enredamos con lo primero que pillamos, ya sea cetáceo, tortuga, pez espada, pez luna o cualquier ave marina digna de estudio.

Pasadas las curvas de la montaña, a 80 por hora y todavía queda media hora para llegar. ¿Habrá suficiente combustible en el barco? Me vuelvo a preguntar. Observo las ramas de los árboles y las hojas de las palmeras a mi paso, para ver si se mueven o no. Se mueven.
Es una práctica que llevo haciendo durante años y me da buen resultado. A estas horas de la mañana, cuando el Sol es incipiente no debe de haber viento, eso es bueno. La mar debería estar en calma para la observación de las aletas y los saltos de los delfines. Si rompen las crestas de las olas se forma espuma, borreguillos, y estos se confunden con los salpicones y soplidos de los cetáceos. Lo mejor es la calma total. Si están, los ves e identificas.
Ya son menos cuarto. Los aerogeneradores enfilados hacia levante y están todos girando; mal augurio, todavía no son las ocho y hay viento en la zona. Malo, malo. Es de imaginar, pero si ayer sopló levante y hoy también, la mar no va a estar muy tranquila para el avistamiento de cetáceos.
Vuelves a preguntarte. ¿Funcionará el ordenador? Mira que da problemas. Lógico, con las humedades a que lo sometemos y la infinidad de manos que lo trastean, no hay máquina que lo resista. Últimamente es una cuestión de suerte, aunque llevamos dos gepe_eses; en fin siempre me quedan las cartas náuticas, como recurso infalible cerca de costa. Ni electrónica ni convertidores de corriente, no hace falta nada. Solo un lápiz, un compás, una regla y la aguja magnética. Y tira millas.
Son las ocho de la mañana, estoy aparcando. Como era de suponer, he vuelto a llegar tarde. Aunque siempre juego con una baza infalible. Eso no lo sabe nadie. No me pregunto porqué, pero por regla general, salvo en contadas ocasiones, los que van a embarcar llegan tarde. Se les cita a una hora y calcula unos 15 o 20 minutos más, es cuando aparecen. Si no me equivoco, hoy están citados a las ocho; ¡je! son jóvenes y ayer fue viernes, para algunos seguramente hoy, seguirá siendo viernes. “Blanco y en botella”. Pobrecitos, en cuento esto pegue dos botes empezarán a caer como moscas. Al que pregunte si esto se va a mover mucho, no hay que perderlo de vista. Remedios caseros y anti-mareos muchos, infalibles ninguno. Consejos, todo el mundo los tiene. Que si ponte de pie y anula el balanceo con el movimiento de caderas. Un gajo de limón con corteza colocado como el bocado de los boxeadores. Que no te coja con el estómago vacío. Toma algún caramelo ácido. Un parche en la nuca. La pastillita media hora antes de salir que te han recomendado en la farmacia y es la que la farmacéutica toma siempre cuando va de viaje, le va muy bien. Te engañan, ellas nunca toman pastillas de esas. Debe de haber enciclopedias sobre como paliar los efectos del mareo, pero el que se marea, se marea, no te quepa la menor duda. Uno mismo es el que sabe lo que va a ocurrir si esto se mueve. Dejémonos de historias. ¿Has salido a disfrutar o vienes obligado? Pues deja de pensar si te vas a marear o no. Mantente activo y participa en la actividad que te han propuesto y mientras menos pienses en ello, el mareo, más tarde aparecerá y si aparece mejor, y cuando llegues a puerto ni te acordarás de él.
Ahí está el barco. Acerté no hay nadie por los alrededores. O sea, no he llegado tarde, ¡aja!


Aquí está la cabina, que tantas y tantas horas hemos echado juntos. Si hablaran las carcomas que se la están comiendo. Pero poco tiempo les queda de alimentarse. En breve se reconstruirá entera.Son las 08:05; el único rastro de vida humana, porque gaviotas hay muchas, es el incombustible empleado público de limpiezas. Nos saludamos como es costumbre, nos miramos a los ojos y seguimos nuestro quehacer rutinario.Sigo en mis trece. Tanta preocupación por el tiempo, para nada. Que si llego tarde, que si es la hora, que no voy a llegar a tiempo. Porqué nos preocupamos tanto, cuando no hay nada en juego. Qué de importante es para nosotros la puntualidad. De acuerdo que es una falta de respeto. Pero debe pesar en alguna balanza el hecho de que hay por medio cincuenta kilómetros y para el resto solo un par.
Una inspección ocular de la cubierta y el aparejo, todo supuestamente está en orden; llave candado, puerta corredera, petate encimera, escaleras abajo, nivel de combustible (es aceptable para lo que vamos a hacer hoy; para mañana no), conexión baterías, visual a los interiores, apertura tambucho, nevera con frio. Todo “oquei”.
Primera prueba: arranque motor. Suena bien, no ha hecho ningún extraño, regular revoluciones… Todo estable. ¡Bien!
Comprobar refrigeración y escape. Parece que el agua de refrigeración fluye con absoluta normalidad. Arrancar aparatos: GPS, radio VHF, ecosonda, música, bombas de contraincendios, agua potable, alimentación de 24 voltios, alternador y presión de aceite. No olvidar el convertidor, si no, no hay nevera y con las temperaturas que se empiezan a alcanzar, es importante.

Como no, se comprueba por enésima vez la hora que es y se anota en el Cuaderno de Bitácora: A 08:15 arranque de motor. Y sigue la gente sin aparecer. ¡Olé!
Otra inspección, esta vez táctil de la jarcia, comprobando tensiones y adujando algunos cabos sueltos (que frase más propia). Todo en orden.
Ahora solo falta que llegue la gente, cuando le de la gana. Es hora de visitar a los vecinos de la cafetería de la esquina. A ellos si que les va la hora. Como no abran a las ocho, el Jefe se los cruje. Mientras el motor se calienta, un cafelito y prensa local.
Algún comentario de lo crudo que lo tiene este año el equipo local para ascender a primera. –Si no tienen dinero para mantenerse, ¿cómo van a ascender a primera?- ¡Ahí están! Empiezan a aparecer las primeros. Especímenes en una cafetería que no han pisado en su vida, pero por la edad, la mochila que antaño fue del bachillerato, las botas de senderismo y las caras de: qué hago yo a estas horas despierto, ¡tate! estos son los futuros marineros por un día. Es momento de volver al barco, no vaya a ser que alguno haya embarcado sin permiso.

SALIMOS A LA MAR


…PO, PO, PO, PO,… Suena estupendamente, y no huele mucho a gasoil, quema bien, el humo tiene poco color, prácticamente normal. Al acercarme desde el muelle se vería el humo blanco, y ni se nota que el motor esta arrancado. Claro que se oye, como todos los diesel. Pero suena bien. Vamos a recibir a los parroquianos.


Por ahí vienen cuatro juntos, dos o tres más, por detrás, hay que mirarlos de soslayo, sin prestar mucha atención, haciéndose el sorprendido, como el que no quiere la cosa, ¡ah! ¿Sois vosotros los que tenéis que embarcar? Rostros de sorpresa, primera impresión. Pero, como no, son las 08:32. Lo que se preveía, no he llegado tarde ni por asomo.

Primera pregunta que se hacen: ¿cómo subir a bordo si se está moviendo? Prácticamente ni se mueve, pero para un primerizo sí. –Atended: es fácil, soltad todo lo que lleváis en las manos, manos libres, agarrarse a los obenques, sí, esos cables de acero inoxidable, “eeeesos”, y con la otra mano a la burda, ese grupo de cabos, perdón, cuerdas que están juntitos. Ahora ponéis el pie izquierdo en la tapa de regala, sí, la madera esa barnizada que parece la barandilla del barco, tened cuidado no resbaléis que a estas horas tiene bastante humedad. Ya está, ahora un saltito y ya estáis en cubierta. ¡Bienvenido a bordo!- Le ha cambiado la cara. Es otra persona. Metamorfosis total. Se ha quitado la mochila, la ha soltado con absoluto desprecio sobre la lumbrera y se ha quedado mirando hacia proa (hacia delante), con los brazos en jarras, ha inhalado gran cantidad de aire, aire puro (con humo de gasoil) y luego un gran suspiro. Se refleja en su mirada un desaire hacia los que todavía no han embarcado. Señores: -somos testigos privilegiados de la reencarnación de Sir Francis Drake o el mismísimo Almirante Nelson. -¿Cómo se le acurra venir a saludarme y llamarme “capi”?, como de tú a tú, por la gran prueba superada, se va a llevar un bufido. El resto realiza la misma operación, aunque siempre hay alguna despistada, o no, que no quiere soltar la típica bolsita de plástico donde lleva una manzana y un botellín de agua. No la suelta ni por asomo. Y, como no, se lía con las manos y nos llevamos un susto de muerte. Por suerte no ha pasado de susto.

Unas primeras normas de usos y costumbres en la mar, de cómo utilizar el aseo, aquí no hay cadena, hay que hacer uso de la manivela, como el que infla la rueda de una bicicleta y está terminantemente prohibido tirar papel al retrete, que se atasca, para ello está la papelera. Alguno se sorprende cuando se les recomienda, a ellos, poder hacer “sus cosillas”, dicho sea de paso, mear, por la borda, incluso se les da una teórica - práctica sin llegar a la micción, de cómo utilizar a bordo, con una mano, ese tubito tan práctico con que se nos ha dotado. Siempre por donde se va el viento, por sotavento, de otro modo se pondrían en grave riesgo la integridad del barco y ellos quedarían en estado lamentable. A ellas no, por descontado.

Como tienen que vigilar el horizonte e indicar si ven algo interesante de ser investigado, mínimo deberán saber algo de vocabulario marinero, la proa, la popa, babor y estribor. En la mar suena muy raro eso de “por delante, allí, un poco a la derecha”. Es un pequeño esfuerzo que se les pide. Ni se me ocurre ensañarles los nombres de los nudos marineros, ni para que sirven. Un alto porcentaje comenta ha visto algún cuadro muy mono de nudos y que le gustaría hacer alguno. No me imagino, o sí, entrar a bocajarro diciéndoles que: -esto es un ballestrinque y se utiliza fara hacer firme las rabizas de las defensas en los candeleros o cabillas del costado-. Sí, si me lo imagino. Por eso no lo hago.


Otra importante norma, dado que este barco es de madera, y aunque no lo fuera también, es que solo se puede fumar en la cabina, junto al patrón, cuando tiren la ceniza o apaguen el cigarro, poder vigilar sus inexpertas y torpes manos. No tirarán nada al agua, salvo algún mínimo resto orgánico lejos de la costa. Y por último, deberán trincar, esto es sujetar, todos sus enseres personales, muy bien. No es la primera vez, se les recuerda, que debido a un golpe de mar, una cámara de fotos se reparte a partes iguales por la cubierta, el cuerpo por un lado, las pilas por otro y las lentes por otro. ¡Es todo!

¡Tripulación y barco listos para hacerse a la mar! Suena bien

Son las 08:50, largamos amarras e iniciamos la maniobra de desatraque. Anotación rápida en el cuaderno de bitácora. ¿A qué hora estaremos atracando? La misma duda de siempre. Abre la proa; una palada avante, el viento ayuda a separarnos del muelle; otra palada fuerte atrás, toda la caña a estribor; frena la caída; enfila la salida y ¡váaaaaaamonos!

¡Recoged maniobra de cubierta, guardad defensas y estachas!

    
Pónganse cómodos, que ya estamos saliendo; a estribor, la derecha, el Arsenal Militar y los Astilleros; a la izquierda, a babor, el muelle de pescadores y por la proa, por delante, la bocana del puerto con sus luces, de color rojo a estribor y verde a babor. Les empieza a picar la curiosidad a más de uno. Les ha gustado eso de las lucecitas y lo de la proa y popa, y pronto querrán saber más. Otros ya lo sabían. ¿Quién no tiene un familiar o un amigo que haya hecho el PER? ¡Por favor!, que ignorancia, mi Capitán.


A decir verdad, no vamos muy retrasados, a las nueve estaremos casi entre puntas. No va mal del todo. Reunión de los participantes en cubierta, para comentar las posibles actividades dependiendo del estado de la mar, cuando estemos en aguas libres sin protección de la costa. 
  
  Algunos empiezan a tomar posiciones… para la observación. No conviene malgastar las fuerzas, nunca se sabe que puede ocurrir. ¿Y si hay que dar alguna vela? alguien tendrá que izarlas, y las únicas manos son las nuestras y no veo ningún motorcito de esos que nos pueda ayudar. Mejor ahorrar que malgastar.
 
 
 
 
 

Otros si que vienen preparados, ¡qué nivel! Siempre cabe la posibilidad de decomisar algunas de las imágenes, por aquello de “no me robes el espíritu”, y te las mandan por internet. Con equipos así, el triunfo está asegurado.

 Y uno no hace más que encomendarse a Neptuno o a Poseidón, para que aparezcan pronto los delfines. Pero, no conviene nombrar mucho a los dioses, no sea que se despierte Eolo y quiera compartir protagonismo con estos dos, esperemos que Morfeo lo esté acunando, mientras sueña con Venus. Que pensamientos impuro-mitológicos aparecen a estas horas de la mañana. Los caminos neuronales están tomando unos senderos nada apropiados ni oportunos para la función que debemos desarrollar. ¿Qué está pasando? Vuelven los pensamientos matinales en la soledad de la cabina. No deben. Hay que estar concentrado en la responsabilidad del momento y ahora la función es llevar un barco con doce individuos a bordo y que vuelvan sanos y contentos a tierra, después de haber hecho muchas, muchas fotos de recuerdo.


Piensan que no te das cuenta mientras te haces el despistado cuando alguno intenta sacarte un robado. ¿Serán la barba y el barco antiguo? dan un aspecto pintorescamente marinero. ¡Ja! Si fuese un trineo sería Papa Noel; si fuese un San Bernardo, el abuelito de Heidi y si fuese remendando una red, Chanquete. Que le vamos hacer. Unos días te coge con buen cuerpo y otros los estamparías contra la cubierta. ¿Y la otra? Si en las bodas es cortando la tarta con una espada medieval, aquí es la foto agarrando la rueda del timón como si del mango de una sartén, con aceite hirviendo, se tratara. No, no le vamos a poner reparos a estos zagales. Parecen buena gente y eso es lo que importa. No se te da nada bien ir de sobrado por la vida.

¿Podríamos dar alguna vela? Están en buen estado y el viento acompaña. Esto es. Si no vemos “bichos”, arreglamos el día con la vela. Buena idea, si señor. Hace tiempo que no se dan y la jarcia está saneada y este sería un buen momento para airearlas. Un foque y la mayor. O mejor dos foques y la mayor. Y la mesana también. Tampoco hay que pasarse. No te aceleres que nos conocemos. Primero comprobar el grado de voluntariedad, agilidad y capacidad de aprendizaje de los presentes. Con un foque y la mayor es más que suficiente. Repasemos: drizas, escotas, cabillas, puños, barlovento y sotavento (eso ya lo saben), relinga, garruchos, gratil, baluma y pujamen. Para el izado de un foque, es un buen comienzo. ¿Qué recordarán después? La escota, es lo único que se les queda y alguno la cabilla, por su aspecto fálico.

Otra idea podría ser acercarnos a los acantilados del cabo. Son majestuosos. Sus escarpadas cornisas, grutas y cuevas. Intentar localizar el nido de halcón peregrino de la zona, que en esta época ya habrán hecho la puesta y sus progenitores estarían al acecho, por si nos acercamos demasiado.

Ni se sabe, cualquier cosa puede ocurrir en un día, en la mar.


LA MANIOBRA DE FOQUES



Veamos: como preparar a un puñado de “voluntarios”, para izar, maniobrar y arriar uno de los tres foques que hay en proa; léase, de popa a proa: trinquetilla o triqueta, foque y petifoque.

Un par de croquis como este serán de gran ayuda



En una primera aproximación, tendremos en cuenta las palabras nuevas que aparecen y debemos conocer, para la maniobra de foques.

Enriquezcamos nuestro vocabulario con la enrevesada nomenclatura marinera, de procedencias y etimologías muy variadas. Unas provienen del castellano antiguo, otras del inglés y otras son producto de verdaderas patadas al diccionario, pero que en la mar se asumen como propias. En fin vamos allá.



Damas y caballeros póngase cómodos y tomen nota de este vocabulario que les voy a nombrar para llevar a cabo la maniobra de izado y arriado de un foque.





Primero empecemos por las generalidades:

Arboladura: conjunto de piezas de madera y acero destinadas a suspender las velas a cierta altura al objeto de que, orientadas convenientemente, pueda utilizarse mejor la acción del viento.

Palos: se llaman así a las perchas de madera u otro material, distribuidas por las diferentes partes del buque, colocadas de tal manera que sus ejes geométricos se encuentren contenidos en el plano longitudinal del barco, también llamado plano de crujía.





BAUPRÉS: el que se encuentra situado a proa, saliendo inclinado por encima de la roda.







TRINQUETE o MAYOR: el siguiente que se encuentra a popa del bauprés.

















MESANA: el palo que se encuentra en popa.












NOTA: En el supuesto de que el más alto fuese el de proa sus nombres correctos serían MAYOR y MESANA. Pero si el más alto es el de más a popa, entonces se les denomina TRINQUETE y MAYOR.






COFA: (1) plataforma de madera o acero, a media altura del trinquete, para facilitar las maniobras que con las velas se tienen que efectuar. (2) Lugar donde el vigía goza de una mayor perspectiva y alcance para el avistamiento de cetáceos.








CHINCHORRO: (1) red por debajo del bauprés para dar seguridad (quitamiedos) y facilitar las maniobras de izado y arriado de los foques. (2) Lugar privilegiado para la identificación de cetáceos.




BOTAVARA: percha de sección circular cuya misión es envergar y orientar la cangreja. Se enverga en el pujamen.










PICO: percha de sección circular donde se envergan las cangrejas en su parte superior (gratil alto)





FOQUE: nombre general que se da a todas las velas triangulares de cuchillo que se largan en los estayes a proa del trinquete.







ESTAY: cabo o cable que sujeta un palo para evitar que éste caiga hacia popa.

GARRUCHO: anillo metálico o mosquetón, cosido al gratil del foque, que sirve para envergarlo al estay y favorecer su izado o arriado.

GRATIL: uno de los lados de una vela. En el caso del foque el gratil es la relinga por la cual se une al estay. Gratil es también el cable de acero que refuerza el lado del triángulo cosido en su interior.

PUJAMEN: lado inferior de una vela medido desde el puño de amura al puño de escota.

BALUMA: caída de popa de las velas de cuchillo. Su forma redondeada se conoce con el nombre de alunamiento.

PUÑOS: cada uno de los vértices de una vela. Caso de vela triangular se denominan puño de driza (o de boca), puño de amura y puño de escota. Si la vela es trapezoidal, una cangreja, puño de pena, puño de boca (o driza), puño de amura y puño de escota.

DRIZA: cabo que, hecho firme en el puño de boca y pasado por un motón (polea), sirve para izar una vela.

ESCOTA: cabo que, hecho firme en el puño de escota de una vela, sirve para cazar una vela.

 
Con todos estos conocimientos adquiridos, ya podemos izar un foque y trabajar con él.


Necesitamos, si hay poco viento, dos personas. Vayamos por pasos. Importante un voluntario que sepa llevar la caña, mientras se dan instrucciones en cubierta para el izado. Poner un rumbo claro, libre de obstáculos, mar a dentro en aguas libres es lo mejor. Siempre que el viento lo permita.

     1. Aclarar la maniobra: sacar el foque de su funda.

     2. Comprobar que los garruchos están en su posición y trabajan bien.

     3. Desliar las escotas y llevarlas tendidas por cubierta hacia popa; una por cada banda sin que se enreden con otros cabos, ni objetos, ni piernas de pasajeros. Una es la escota que va a trabajar, la de sotavento y la otra la que no trabaja, la de revés. Ésta trabajará cuando la vela reciba el viento por la otra banda.

-Esquema de cómo se encontraría la vela antes de ser izada-

Uno a la escota de sotavento. Y el otro a la driza, en las inmediaciones del cabillero.

-cabillero-

Aproamos el barco al viento y… ¡arriba chicos!, vigilando que el puño de escota no se zarandee mucho, para ello el encargado de la escota no le permitirá tal movimiento, pero sin darle tensión, ya que ello perjudicaría al que está izando. Debemos izarla hasta que quede tensa como una cuerda de guitarra. Si, aunque estemos en un barco, las guitarras tienen cuerdas y no cabos.

Una vez arriba y firme la driza, cobramos de la escota hasta que la vela deje de ondularse y se infle bien, que en ninguno de los lados del triángulo haya movimientos ondulatorios. Esto se dice en la mar: “que la vela no flamee”.

La forma de comprobar que la vela trabaja bien es la siguiente: soltamos (lascamos) la escota poco a poco hasta que empiece a flamear. En ese momento cobramos hasta que deje de flamear y afirmamos la escota a la cornamusa más apropiada, que será aquella en que la escota trabaje lo más perpendicular posible al estay.

CORNAMUSA: pieza resistente en forma de “T”, que afirmada a la cubierta sirve para amarrar cabos.



Son las 10:00. Se han portado. Llevamos dos horas navegando y están activos. Eso es bueno; que no se duerma nadie.

EL AVISTAMIENTO

Estamos en una profundidad de 85 metros, dentro de la bahía. No, es muy temprano para contactar con algún mamífero marino. “Psss” el Mular podría haberse dejado ver en estas aguas, pero hay poco alimento en esta zona y no digamos con la gigantesca obra que han hecho en el puerto, que con la unión entre la isla y tierra, han cerrado la corriente que aportaba nutrientes a la bahía. Desarrollo, que se la va a hacer.



Hasta ahí no hay oposición, pero… cargarse una montaña para generar escombros me parece una salvajada.



Bueno. Nosotros a lo nuestros, alejarnos un poco más de costa hasta los 500 metros de profundidad, para ver “bicho”.
Son las 10:45 y todavía nada. Lo mejor será que arriemos el foque porque el viento no acompaña y en el supuesto de que tuviésemos que ir a investigar algún salpicón, nos perjudicaría más que favorecernos. Así están entretenidos media hora más.

Atended: los que no habéis hecho nada antes, venid aquí. Tu, a la escota y tu a la driza y vosotras dos a la vela. Cuando se os diga ¡ARRIAR!, vosotras vais abrazando la vela y tirando con fuerza hacia abajo. Tú, el de la driza, irás lascando poco a poco, para que no caiga de golpe y el de la escota procura que la vela no de gualdrapazos fuertes, que podrían golpear, con el puño de escota, a los que están cerca. Igual que en la izada.

¡Vaaamonos!, quítale vueltas del cabillero y arriando poco a poco. Bien, así, así. Vosotras tirad fuerte, que es para hoy.

Listo. Aclarar la maniobra. Plegamos bien el foque y lo metemos en la bolsa. Las escotas se adujan bien, y se guardan también en la bolsa.

ADUJAR: tomar vueltas a un cabo en sentido de las agujas del reloj y todas iguales, para que no coja malformaciones indeseables.

Aduja la driza que ha quedado en cubierta y colócala en el cabillero.
Gracias por la colaboración prestada.
Les recuerdo que estamos en zona de avistamiento de cetáceos y que en cualquier momento pueden aparecer, así que mantengan la vigilancia por la proa en un sector de 45º a banda y banda y si tienen prismáticos, mucho mejor. Tengan cuidado con los prismáticos en el sentido de no abusar de ellos, pues se podrían marear. Solo utilizarlos cuando vean, a simple vista, un salpicón o algo extraño que pudiera ser un delfín, entonces lo investigan con los prismáticos.
Perfecto. Se han organizado en tres equipos de vigilancia. Una hora cada equipo y así cubrimos toda la mañana hasta la hora de comer.

Sería estupendo un avistamiento ahora. Están todos en caliente y parecen buenos colaboradores. El equipo está bien formado. No solo tienen que investigar los cetáceos, sino que tienen que identificar y anotar todo lo que tenga vida propia en la mar. Embarcaciones, peces, tortugas, aves y anotarlo tanto en el cuaderno que tienen en proa, como en el ordenador de la cabina, cada 20 minutos.
Aquí podéis observar las siluetas de los cetáceos que pululan por estas aguas. De mayor a menor tenemos: rorcual, cachalote, calderón común, delfín gris, mular y por último los delfines más pequeños, el común y el listado. Para una exhaustiva información, podéis consultar los manuales y publicaciones que tenemos a bordo, os servirán de gran ayuda para la identificación pues os ilustrarán en sus conductas y formas de nadar. Los salpicones, las aletas, los chorros de agua, los tiempos tanto en superficie como en inmersión. Están muy bien y los tenéis a vuestra disposición. No dudarlo. Cualquier duda que tengáis, estamos a vuestra disposición.

Experiencias como el pollo de halcón peregrino, que cayó al agua desde su nido y estaba a punto de ser devorado por las gaviotas, y que pudimos rescatar y devolverlo a su nido.

El alcatraz que no podía volar, y que nos hizo pensar que tenía un ala rota y cuando lo rescatamos nos dimos cuenta de que se había pegado un atracón de pescado. Que ojos más bonitos tenía.

Y la tortuga boba que capturamos. Un macho de 80 kilos del que no se tenía constancia, de ningún macho, en aguas del Mediterráneo.


Son instantes que hay que vivirlos y aquellos que puedan compartirlos lo mantendrán en su memoria durante muchos años. Y con el paso del tiempo se convertirán en batallitas, que harán las delicias de los principiantes. Aquí la historia siempre se repite. Cuando un grupo está plenamente dedicado a la tarea de conservación y divulgación el trabajo está basado en seguir siempre las mismas pautas y la naturaleza es la que se encarga de la variedad. Te crees que es el mismo escenario: la misma zona, la misma temperatura, el mismo viento, el mismo estado de la mar, como no, el mismo barco, casi la misma gente y ahí está, un salpicón justo por la proa, que a todos nos deja atónitos, sin habla, hasta que uno grita:

¡AVISTAMIENTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Cual gol marcado por Iniesta en el mundial, todo cambia. El ánimo se levanta, los cuerpos se tensan. Aquellos que es su primera vez, ni pestañean para no perder el más mínimo detalle. Corriendo a coger las cámaras, las hojas de avistamiento, cambiar la página del ordenador, anotar situación geográfica, hora GMT, ángulo con respecto a proa y por que banda, la distancia aproximada en metros, y a esperar el segundo salpicón, aleta, soplido o lo que ustedes quieran, los cetáceos por supuesto.

- ¡AHÍ ESTÁN! ¡QUINCE GRADOS POR ESTRIBOR, TRESCIENTOS METROS!

- ¿CUÁNTOS SON?

- YO HE VISTO TRES.

- Y YO HE VISTO OTRO UN POCO MÁS ALEJADO.

Premio. Este grupo tiene el triunfo asegurado. En cuanto nos acerquemos y los puedan identificar y fotografiar, quedarán plenamente satisfechos y el objetivo se habrá cumplido.


Mientras nos acercamos, uno pregunta: ¿qué son? - ¡Si son negros! exclama. - No se parecen en nada a los que están en los delfinarios. Caballero, mire el manual que le hemos facilitado y trate de identificarlos. Se conocen con el nombre de calderones o ballena piloto y su nombre científico es “globicephala melas”. Y los que están en cadena perpetua en los delfinarios se conocen con el nombre de mulares, cuyo nombre científico es “tursiops truncatus”. No los pierdan de vistan y cuenten cuantos hay, distinguiendo sobre adultos, juveniles, alevines y recién nacidos. Para ello sigan la ficha de la especie y por los tamaños que se indican, podrán distinguirlos.  
Parece un grupo sociable. Me refiero a los cetáceos. Se acercan con facilidad al barco. Hay que extremar el cuidado, pues en estas fechas están con las hormonas un poco distraídas y están que se suben por las olas. Nunca debemos de meternos dentro del grupo. Nos colocamos a unos 20 ó 30 metros a observarlos.

Míralos, confiados junto al barco. Dan ganas de echarte al agua y abrazarlos. Son majestuosos, algunos pueden alcanzar más de seis metros de largo y cuatro toneladas. Parecen dóciles, pero no hay que olvidar que se trata de un grupo de animales salvajes que están en su medio. Supuestamente nos han aceptado, siempre y cuando no modifiquemos el rango que han establecido: ellos en el agua y nosotros arriba, sin molestar. Cualquier modificación del estatus podría tener consecuencias impredecibles. Están observándonos, nos miden la distancia, por eso se giran en el fondo y nos enseñan las marcas blancas de su vientre. A los más adultos se les aprecian marcas en las aletas y en el dorso. ¡Je!, son sus paradas nupciales y pequeñas discrepancias con el resto del grupo. Pero eso sí. Se mantienen unidos y bien unidos.

(Continuará)